Pocos, por no decir ninguno, habrían previsto que el vigente campeón de Liga, y dueño hegemónico de la misma en 16 ocasiones, 12 ocasiones en lo que llevamos de siglo, pudiera salir derrotado de Txurdinaga por 30 puntos. El Bilbao BSR en sus 25 años de historia nunca había conseguido vencerles y, desde que se reconvirtiera en 2013 Bidaideak Bilbao de la mano de esta asociación de personas con diversidad funcional, sólo había podido hacerlo 3 veces y nunca con un luminoso contundente a su favor.

Muchos mas eran los que creían que la victoria este año podía quedarse en casa, y no sólo porque pensaran que el Bidaideak lideraba la tabla de clasificación y su juego casi siempre convincente, sino también porque enfrente tenía a un conjunto que había dado muestras puntuales de debilidad a lo largo de la temporada, cediendo puntos ante dos equipos de la clase media de la competición: el Fundación Aliados Valladolid y el AMFIV Vigo.

Pero si alguien no tenía dudas de la victoria era, precisamente, los que tenían en sus manos hacer la gesta: la plantilla del Bidaideak. Durante toda la semana habían manifestado su confianza en poder derrotar al archicampeón y nadie expresaba dudas sobre el camino para hacerlo: compromiso, intensidad… y defensa, defensa, defensa.

Y así salieron al parqué de Txurdinaga, con confianza y dispuestos a darlo todo para que no fuera Ilunion el que les desalojara del liderato. Desde la primera bola en juego, ganada por un extraordinario, durante todo el partido, Manu Lorenzo y convertida en canasta por un no menos extraordinario Asier García, se vio que los de negro iban más que en serio en sus intenciones. Con un aluvión de aciertos en los lanzamientos y una presión atosigante sobre las líneas de pase y tiro de sus rivales, fueron lanzando el marcador, que en el quinto minuto señalaba un 12 a 2 y en el octavo un sorprendente 20 a 2.  Los madrileños no encontraban aro y sí las manos presionantes de los bilbaínos que no les dejaban en ningún momento ni coger aire ni seleccionar bien sus lanzamientos. Por más que su entrenador, Miguel Vaquero, en los tiempos muertos que tuvo que pedir, intentara reconducir la dinámica de su equipo y su composición, lo cierto es que sus quintetos en cancha se estrellaban una y otra vez contra la muralla defensiva de los de negro y se veían incapaces de frenar sus sistemas de ataque. Con un 22 a 7 se selló el primer parcial en el que sólo un equipo parecía en condiciones de llevarse la contienda.

Subieron un poco las revoluciones los de Ilunion al iniciarse el segundo parcial, pero en seguida se dieron cuenta de que no eran suficientes para ganar el pulso propuesto por los bilbaínos. Entre Amadou y Latham sostenían el ritmo de su equipo que no encontraba en el letal, otras veces, Bywater argumento para la recuperación en el marcador. Bidaideak seguía en modo alto voltaje y los movimientos en su quinteto no les restaba intensidad y frescura, sino todo lo contrario. El concurso de Luis Jasso, el pivot de referencia de los de negro, apuntalaba al equipo bajo el aro en los minutos en los que entró en juego, como también lo hacía el de Txema Avendaño, Jannik Blair y Xabi Iragorri. Con un acierto más de, un magnifico de nuevo, David Mouriz se marcharon al descanso con un 47- 26 que no era precisamente alentador para los intereses de los madrileños.

En el descanso tampoco pudieron los de Ilunion corregir la dinámica en la que estaban inmerso. Ni el norteamericano campeón paralímpico Williams, ni los campeones del mundo por Gran Bretaña, Bywater o Warburton, todos ellos acreditados lanzadores, encontraban el aro bilbaíno; por contra, la escuadra de Adrián Yáñez seguía martirizando el madrileño.  Unas veces de las manos de Hernández, otras Ruiz o Mouriz, siempre de las de un Asier motivadísimo, y en la pintura de las de un Manu Lorenzo pletórico, las canastas iban cayendo a su favor. Con un 64 a 42 se selló el tercer parcial, marcador que sentenciaba de facto un encuentro en el que ya sólo se vislumbraba un posible ganador.

El último parcial fue de confirmación de que en el parqué de Txurdinaga sólo un equipo se había mostrado en plan campeón. Los chicos de Adrián Yáñez no se dejaron llevar por la euforia y siguieron rompiendo la defensa el aro de un Ilunion que por momentos bajaba claramente los brazos. Un Bywater desquiciado, al que le señalaron una doble técnica, tenía que irse al vestuario sin querer compartir la derrota de su equipo desde el banquillo.

En el pitido final de los colegiados, el luminoso señalaba un rotundo 87 a 57, que no dejaba lugar a dudas de quién fue mejor sobre la madera del polideportivo bilbaíno. Bidaideak supo estar de principio a final en ella ofreciendo lo mejor que quiere y sabe mientras que Ilunion nunca se encontró cómodo en ella. Como si fuera una triste sombra de sí mismo, deambuló por el polideportivo bilbaíno sin encontrar nunca el juego que le ha llevado a ser un supercampeón de este deporte. Sin duda, tuvieron una pésima tarde, pero, sin duda también, en ello colaboró el gran tono del equipo de Adrián Yáñez, que no les permitió demostrar en momento alguno la calidad que atesoran sus reputados jugadores.

Con esta victoria, Bidaideak, histórica sin duda por el valor de los guarismos, se consolida en lo más alto de la tabla clasificatoria y, de manera definitiva, presenta sus poderes para luchar por el campeonato en esta temporada.